domingo, 13 de enero de 2013

EL TELÓN

Así fue, en una conversación con mi buen amigo Llorenç Serrahima, como nos sumergimos en una burbuja más de las muchas que pueblan este papel. Una burbuja cubierta por un telón que decidimos abrir y de la que surgió la función titulada:

EL TELÓN

Imaginaba él:    ….., dijo él, mientras los zapatos de charol de ella centelleaban de alegría por la atención que les prestaban los focos. El telón, celoso, estaba pendiente del final de la escena para caer sobre ellos y recibir los primeros aplausos, aunque no se los mereciese.
Y le seguí yo:      So envidioso!!!- dijeron los zapatos aún refulgiendo.
Y él:       Él vio el brillo malévolo de un fleco del telón, pero aguantó estoico en su lugar, sin dejar que la tensión de la escena decayese ni un ápice. Los ojos de ella brillaban de alegría, sabía que aquella segunda representación iba a ser un éxito, a pesar de la maldición típica...
Y yo:      Y sumergidos en el diálogo no hubo fleco, ni telón, ni maldición que rompieran el hilo mágico que crearon con sus voces y se enredaba en el cabello del entregado público.
Y él:       La segunda representación siempre es la maldita, pero ellos la habían superado. Dijo su última frase, levantó la vista y sonrió triunfal al cielo, esperando el aluvión de aplausos que se acercaba solo para ellos dos. Ni siquiera el telón osó moverse un ápice ante aquel final magnífico. - Señora, ha sido un placer compartir con usted esta escena.
Y yo:      - Bravo!!! El placer ha sido mío, caballero- dijo ella con una chispa de emoción asomando a su mirada.
Y él:       Mientras los aplausos empiezan a recorrer todos los rincones del teatro, él toma la mano de ella en un gesto a la vez respetuoso y decidido, hasta depositar un beso perfecto sobre los dedos de ella, en señal a la vez de admiración y de agradecimiento.
Y yo:      Justo en el momento es que ella adivina su sueño cumplido, y juguetona su estrella aprovecha los ojos del caballero para mandarle un guiño certero.
Y él:       - Volviendo un poco atrás, no me extraña que te guste la definición de poeta en prosa: a ti también te sienta muy bien.
Y yo:      - Solo me sale cuando voy de tu mano. Sois un buen guía señor!! Lástima que empezásemos la función acabada ya.
Y él:       - La función ha acabado, pero me dejo guiar por tu estrella juguetona para seguir tu mirada de miel tostada entre bambalinas. No sé si soy guía o ciego, el telón solamente nos separa del público, no nos deja sin función. Volveremos a salir a saludar en unos instantes, volveremos a compartir aplausos y empezaremos a pensar en la próxima representación, que no tardará en llegar.
Y yo:      Miel u oliva; es la luz a su antojo la que dicta en mi mirada si de abejas se engalana o de oliva verde su color emana...
Y él:       De la penumbra del escenario viene el regidor a felicitarnos. Me tiembla la mano que hizo de pedestal a la tuya. Chispea tu estrella juguetona sin acabarse de decidir a soltar una lágrima de emoción que se asoma al balcón de tu mirada, para participar del éxito. Siguen revoltosos los aplausos, caracoleando por todos los rincones hasta envolvernos. Y saludamos de nuevo.
Y yo:      Y quién sabe si nos sabemos veedores de todo y entendedores de nada, si la vida es farsa y si la farsa no engaña, ¿pues no es vida lo que sucede en lo alto del escenario, telón arriba, cuando el teatro nos posee y nos traspasa??. Y en la espuma de ese aplauso, en la emoción que te eleva, la lagrima va y cae quedando huérfana….
Y él:       ... ofreciendo un último reflejo antes de quedar en nada, un reflejo de azul de mar por el que naveguen los sueños, una chispa de tierra tostada para hacer de ribera y de llegada….
Y yo:      … y los labios han de ser su muralla donde quede para siempre destello, salitre y agua...
Y él:       - ¿Y aún se pregunta la gente si el mundo de la farándula es real o es una farsa? Es imaginación inmensa que cabe en una lágrima, eterna porque con su brillo nos hemos llegado al alma.
Y yo:      - Y enredarse en este embrujo que te cautiva entero y te hace trabajar el seso, es quemado eso que huelo???? Déjales, pobres mortales, que este lujo es tuyo y mío y esta farsa tan mentirosa emociona en esta prosa.....
Y él:       - No señora, es mi doble. Que me acusa de haber perdido el tiempo escribiendo cuentos. Está que trina, le sale humo. Pero me río de él, que el aburrimiento siempre me espera, pero los momentos mágicos hay que cazarlos al vuelo, que no siempre puede uno compartir un sueño despierto con una poetisa en prosa que sonríe en el etéreo.
Y yo:      - Así es que andaba yo, trapo en mano, para quitar los velos que el viento deja... cuando de un salto y de tu mano, voy y me subo a un escenario. Yo que no me había ni preparado las pestañas, es seguro que este velo se quedará hasta mañana.
Y él:       - Y luego vendrán más, y leerán lo que les habremos dejado. Tendrán un poco de envidia, confesarán su admiración (porque seguro que les habrá admirado esta improvisación).
Y yo:      - Me ha gustado eso de sonreír en el etéreo.... que no es más etéreo porque es cierto, una sonrisa de oreja a oreja había nacido sin yo darme ni cuenta y ahora que lo has mencionado soy consciente de la felicidad que este rato me ha dejado.
Y él:       - Si vos con un trapo hacéis una vela y navegáis hacia la felicidad y la sonrisa, cómo no os iba a seguir yo, guiado por la estrella de vuestros ojos y disfrutando sin prisa de una historia tan placentera.
Y yo:      -¿Es verdad este siglo nuestro, o nos metimos de lleno en el de Calixto y Melibea?? Pero hay una cosa con la que me quedo, que cada vez que coja un trapo no sentiré desconsuelo y, aunque un poco cenicienta es posible que me sienta, henchiré ese trapo al viento y viajaré por la imaginación solo regresando a puerto cuando haya quitado el velo.
Y él:       - Que siga ondeando, señora, la blancura de vuestra vela. Que cada vez que la vea al otear el horizonte recordaré vuestra sonrisa, este escenario en que triunfé a vuestro lado sin estarlo, este público entregado que no existió y el reflejo de una lágrima que jamás llegó al suelo para que pudiéramos seguir soñando.
Y yo:      - Te lo diré con acento de mi pueblo: “egque esto no se pué aguantar”. Y voy a ver si me despierto, que con tanta ensoñación, se me hace tarde, te entretengo y no limpio el salón. Gracias Llorenç, me lo he pasado pipa.
Y él:       - Ha sido un placer, querida cómplice. Yo también me voy al ensayo, que al final aún llegaré tarde de verdad.
Y yo:      - Suerte maestro!!!!!
Y él:       - ¿Sabes? Me ha encantado. Gracias por compartirlo conmigo. Beso.
(Se cierra el guión de diálogo)

Os lo he contado tal cual fue. Cómo la imaginación voló, se enredó y creó esta miscelánea perfecta, esta conexión etérea, que disparó las burbujas de fantasía envolviéndonos en el esponjoso mundo de los sueños.


Nota: Gracias Llorenç, por dejar que publique en mi blog este telón que es tan tuyo como mío, que es de los dos.

2 comentarios:

  1. Luces.
    Cae el telón.
    Mientras los aplausos empiezan a recorrer todos los rincones del teatro, él toma la mano de ella en un gesto a la vez respetuoso y decidido.
    Entre ambos navegan los recuerdos de horas pasadas sobre el escenario. Sus personajes se hablaron cuidando las formas propias de los amigos recién estrenados.
    Los dedos de él ofrecen un pedestal sobre el que ella deja reposar suavemente su mano sin atreverse a mirarlo.
    Recuerdan la escena en que se encuentran casualmente por la calle tras varios años de no saber uno del otro. El diálogo de los personajes fluyó ligero, impulsado por muchas temporadas de tablas.
    Sus ojos cuentan otra historia mientras los aplausos empiezan a invadir el aire del escenario.
    Por su mente pasa una escena entre bambalinas, que no formaba parte del guión pero que salió redonda sin necesidad de ensayarla previamente.
    El pedestal de él asciende llevando consigo el preciado regalo.
    Esta última representación ha sido solo para ellos dos, sin secundarios.
    Una voluta de aire, apenas alterada por el movimiento ascendente, impulsa un átomo del aroma de ella que se queda grabado para siempre en la pituitaria de él.
    Ha sido una temporada hermosa. Varios meses en cartel, construyendo y reconstruyendo la historia según un guión establecido y pactado.
    El telón empieza a subir de nuevo, pronto saldrán a saludar.
    Se conocían desde hacía tiempo, pero era la primera vez que los dos protagonizaban conjuntamente una obra. Una oportunidad que se presentó inesperadamente y que ambos se lanzaron a aprovechar sin dudarlo.
    Los primeros rayos de la luz de la sala se cuelan entre el espacio creciente del telón y el escenario.
    En más de una ocasión han improvisado alguna variante que siempre ha funcionado, siempre se han entendido.
    Los zapatos de charol de ella centellean de alegría por la atención que les prestan los focos.
    Entre bambalinas, la relación ha ido mucho más allá que la amistad de los personajes. Tampoco ha habido que ensayar, también se han entendido siempre.
    Le deslumbra la cintura de ella justo después de ver pasar ambas manos. Levanta la vista hasta sus ojos, tristes por la despedida, dejando que su sonrisa actúe por ella.
    Es su última representación, él lo sabe, pero no quiere dejar traslucir su pena. Quiere conservar el recuerdo maravilloso de tantas actuaciones de éxito.
    El telón acaba de alzarse en el preciso instante que él deposita un beso perfecto sobre los dedos de ella, una caricia respetuosa, un signo de admiración y agradecimiento.
    Ahora habrá que saludar, tendrá que abandonar sus ojos de miel tostada para sonreír al público. Para mentirle, simulando que es feliz, ocultándole su tristeza por acabar la temporada.
    El ruido atronador de cientos de manos aplaudiendo acompaña el giro elegante de él, que aparta la mirada del rostro de ella por última vez, mientras una lágrima, testigo agazapado de toda la escena, cae del balcón de la mirada de ella, que la ignora con absoluta profesionalidad.
    Gracias, amado público. No por esta noche final, sino por todas las noches previas que siempre fueron una promesa de futuro.
    La boca de ella sonríe. Su mirada brilla medio cubierta por otra lágrima furtiva que tampoco quiere quedarse en sus ojos.
    Ella mira al público y sus labios sonríen.
    Él mira al público y sus labios también sonríen.
    Sus ojos ya no se atreven a buscarse.
    Pero ninguno de los dos dejará de soñar…

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