miércoles, 25 de junio de 2014

DERIVA



Podríamos haber sido

piratas a la deriva

de un mar ondulante de margaritas

y malvas enrocadas.


 

El gaviero hubiera insistido:

“¡Tierra a la vista!”

Sin tener aún la respuesta

de ¿cuánto aguanta una orilla

sin respirar cuando sube la marea?

o ¿cuántas vueltas da una concha

para ser grano de arena?


 

Hubiera advertido un naviero:

“La apariencia no te ha de engañar;

nunca encontrarás el corazón de una caracola

en su centro de espiral.”


 

Podríamos haber sido

exploradores colonizando aceras.


 

Hubieramos descubierto maripolas,

surcavientos, chiribitas,

avena loca que nos gritase a los ojos:

“¡Huevos a dos euros la docena!,

¡Prohibido el paso,

la tierra cicatriza su herida de amapola!”


 

O podríamos haber sido

El nudo marinero que nos aferra a la vida,

El balanceo insistente que nos evoque la infancia,

El exilio voluntario de una semilla de tagua,

La herencia nunca descrita en una sonrisa de madre,

Una fecha marcada donde la casualidad no existe,

El brillo de un aro como estandarte de rebeldía,

La savia que nutre el tallo de un tejo en Bermiego

O el poro que aún no se sabe base de un tatuaje.

 


Podríamos haber sido

                            lo que hubiéramos querido.
 
 
 


























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