jueves, 23 de mayo de 2013

HENO Y MANZANILLA


Podría haber sido un día cualquiera en el que íbamos trotando a la escuela sepultando el sonido de los pasos con nuestra propia algarabía.

Nuestra reina “Mora” podría haber roído todos los barrotes, rodado en su rueda y apurado los últimos kikos durante la noche para recibir la mañana acurrucada en su lecho de heno y manzanilla.

Pero hoy alguien olvidó poner azúcar en los besos de mamá y ese sabor amargo que se coló en nuestras mochilas era más pesado que el libro de lengua y hacían el camino mucho más largo. Hoy tocaba crecer sin que el medidor registrase centímetro alguno, tocaba aprender sin abrir un solo libro, tocaba descorrer el velo y sostenerle la mirada a la muerte mientras, entre juegos de magia y malabares, nos arrebataba a Mora para guardarla en su chistera.

Nosotras, que habíamos llorado apenas por un regaliz, por un raspón en la rodilla, por la noche al acecho de alguna pesadilla o por caprichos vanos de los que papá o mamá siempre nos habían consolado, supimos que la explosión de tristeza en plena inocencia no se contiene con diques ni barricadas, sino que arrasa a su paso el alma y apaga la chispa de la mirada. Come pedazo a pedazo la ilusión que solo el tiempo, a su paso, repara.

Mamá, en el momento justo, desplegó un pañuelo de fantasía que nos hizo correr a la ventana a buscar, entre el algodón de las nubes, la silueta de nuestra ratita acurrucada. Ya nosotras hicimos el resto y supimos que ahora sería mascota de algún niño sin cumpleaños o mejor aún; sabemos que volverá a nuestro lado el día que mi hermana pierda otro diente, pues creemos que ahora es ayudante del Ratón Pérez. Buscaremos bajo la almohada señales que nos devuelvan un poquito a Mora, nuestra ratita, que ayer por la tarde se quedó dormida en su lecho de heno y manzanilla.

5 comentarios:

  1. Adiós, Mora, ratita excepcional, capaz de enseñar a una niña que en manos de una madre el duelo se puede convertir en fantasía, sueño e ilusión.

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  2. ¡Qué encanto de relato! No hay nada que pese más que un libro de Lengua ni nada más triste que perder un ratoncillo. Pero si está en las nubes en manos de un niño-ángel estará feliz.
    Aurora

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    1. Aurora, gracias por tu visita. Un placer tenerte por aquí. Yo también estaré por allí, cuando el tiempo me pida caléndulas. Besos.

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  3. Apenas 4 meses estuvo con nosotros, apenas un par de días estuvo a mi cuidado, pero cuando se marchó, me entristecí como una niña cuando pierde a su primera mascota. Será la empatia, será ver roto el alma de un niño, siento el dolor, pero ahora ya puede volar tranquila por las nubes de algodón, ya que su fugaz vida será recordada como la de una reina, una reina mora entre heno y manzanilla.

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    1. Pronto volverá, no te preocupes..... a Sara está a punto de caérsele otro diente y vendrá a recogerlo para cambiarlo por un puñado de ilusión bajo su almohada. Le diremos que tú también la echas de menos.

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